Amianto y asbestos: ¿cómo se detecta la asbestosis?

amianto y asbestos

La asbestosis, es una enfermedad producida a causa de la exposición de un material conocido como amianto y asbestos, que, generalmente, es contraída por quienes deben desempeñarse en trabajos relacionados con el mismo y carecen de la protección adecuada para resguardarse de la contaminación química derivada de su inhalación.

El mayor inconveniente de este trastorno, es que aparece muchos años después de que la persona se ha expuesto al amianto, por tanto, al paciente le resulta complicado establecer una relación entre los síntomas que experimenta y la acción de las fibras de dicho material en sus pulmones.

Ahora bien, entre los signos que permiten presumir el padecimiento de asbestosis, figuran: opresión centrotorácica, tos seca y, posteriormente, la disnea de esfuerzo. Asimismo, el paciente suele presentar crepitantes inspiratorios tardíos y acropaquias y en los casos más severos, adicionalmente se padece de insuficiencia respiratoria y cianosis. Tales síntomas pueden conocerse a través de las siguientes pruebas:

  • Radiografía de tórax: es una prueba básica que se realiza siguiendo el protocolo que la Organización Internacional del Trabajo estableció en 1980. No obstante, los hallazgos que se pueden detectar a través de ella, no muestran signos específicos de las enfermedades causadas por la exposición al asbesto, pudiendo confundirse con afecciones infiltrativas o intersticiales.
  • Tomografía computarizada de alta resolución: es muy eficiente aportando información acerca de lesiones ocasionadas derivadas de la inhalación de amianto, puesto que presenta mayor sensibilidad en la detección de los síntomas, resultando de gran ayuda cuando la radiografía de tórax ofrece resultados dudosos. Sin embargo, su uso habitual no es recomendable hasta tanto no se establezcan estándares internacionales para ello.
  • Pruebas de función respiratoria: son eficaces en la determinación del nivel de deterioro causado por la enfermedad, a la vez que permite conocer la evolución de la misma, sirviendo de gran ayuda para el diagnóstico precoz. Mediante esta técnica, se descubren alteraciones incluso antes de ser captadas en la radiografía, demostrando eficacia en el 80% de los casos.

De manera que es fundamental que, apenas tengamos conocimiento de haber estado expuestos al asbesto, acudamos al médico y nos sometamos al tratamiento que este nos indique. La atención precoz, es la mejor forma de prevenir afecciones graves.

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